Clara Mabel por Marcos Krämer

Clara Mabel, la nueva obra de Javier Gramuglia no es un fotolibro en el estricto sentido del término. Puede decirse, por el contrario, que lejos de querer armar una historia a través de imágenes, son las propias imágenes el legado de una historia pre-existente.
 
Acomodando con ternura las fotografías, negativos y diapositivas de su madre que heredó tras su muerte, Javier Gramuglia nos permite navegar dulcemente por las imágenes que dejó esa ausencia temprana, tan injusta como contundente. El modo en que Gramuglia construyó las piezas visuales que componen Clara Mabel tiene el hermoso gesto de presentarnos un personaje amado y, al mismo tiempo, dejarnos ingresar por otros medios en el universo de la fotografía familiar: son las texturas de las hojas de los álbumes, los recortes de los bordes de las fotos o los hongos de los papeles los que nos acercan al trabajo del recuerdo. Esos detalles materiales de lo real (que aún tenemos en cualquier cajón) son los rasgos comunes que horizontalizan el ejercicio de la memoria. Y, como sabemos, todo ejercicio de memoria es un acto emocional pero también político. Javier Gramuglia lo sabe, y desde ahí decidió susurrar sus convicciones.

La ausencia de Clara Mabel se respira con dulzura al inicio del libro y se va tornando confusa, enigmática y rotunda, en ese orden, en tanto se acerca a la última página. En un sentido inverso al esperable para un libro que solo podría buscar ser nostálgico y melancólico, Clara Mabel no es una invocación espiritista donde el personaje añorado se hace cuerpo página a página, fotografía tras fotografía. Al revés de esa búsqueda, Gramuglia va haciendo desvanecer la presencia fotográfica individuada de su madre hasta alcanzar, hacia el final, una revelación rotunda que convierte a esa muerte en un signo más de un conflicto colectivo, de un reclamo popular, de una deuda política. En la última página del libro el acto de recordar se transforma en el acto político de ejercer la memoria, como se ejercen los derechos, donde el tremendo descubrimiento entrega la invitación ineludible a una lucha que lleva más de treinta años.